Almería, la inspiración y el refugio de Bisbal

Aquí nació, aquí graba sus videoclips y aquí recarga las pilas. De la playa de Mónsul al desierto de Tabernas o la alcazaba de la capital, seguimos la estela del almeriense más internacional por algunos de sus escenarios favoritos.

by hola.com Desde que comenzó su carrera artística David Bisbal ha vendido millones de discos, ha ganado cientos de premios y ha viajado alrededor del mundo, pero esté donde esté él nunca se olvida de su tierra, tiene claro dónde está su casa: Ay Almería, Almería tierra noble/ fuente de la inspiración/ sortilegio de belleza/ de la poesía y la canción/ tu hermosura tiene historia/ y hay en ti tal señorío/ que puedes decir a gritos/ yo soy tierra de torerío/ Almería, ay mi Almería.

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Volver a Almería, de la que dice el cantante le ha dado todo, es encontrar su refugio de paz, sentir el cariño de su familia, de su sangre y de sus amigos de toda la vida. Y cuando sale de ella, lo que le resulta más gratificante es, allá donde vaya, hablarle a otras personas de las maravillas de su tierra andaluza, que son muchas. Nos vamos de gira para descubrirlas.

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Un buen punto de partida para este periplo es la playa de Mónsul, una de las favoritas de David Bisbal y el lugar donde grabó su primer videoclip -Ave María-, además de una de las más emblemáticas del Parque Natural de Cabo de Gata-Níjar, junto a la de los Genoveses. Poblada por dunas fósiles modeladas por la acción del viento y el agua, desde su arena se puede contemplar la enorme duna y el acantilado volcánico que la rodean y protegen, un singular promotorio rocoso lleno de huecos y recovecos conocido como 'la Peineta'. Fue en esta misma playa donde Sean Connery espantó a unas gaviotas para que se estrellaran contra un avión nazi en La última cruzada, una ocurrencia que solo podía salir de la cabeza del padre de Indiana Jones.

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Un camino sin asfaltar comunica esta fotogénica playa con, hacia un lado, San José, donde Bisbal tiene una reseidencia, hacia el otro, con el faro de Cabo de Gata, un lugar muy especial para él, cuyo mirador permite observar el mar de Alborán, tan apacible unos días y tan bravo otros. El faro, que ejerce de guía de los barcos que se adentran en el mar por esta esquina de la Península, descansa sobre un promontorio rocoso que da paso al arrecife de las Sirenas. Más allá de su legendario nombre, donde se cuenta que vivían sirenas que llamaban a los marineros, esta formación rocosa de salvajes y pequeños picos fue, en realidad, un lugar de encuentro de la desaparecida foca monje, ahora en peligro de extinción.

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Rumbo al norte espera el desierto de Tabernas, un aislado paisaje de colinas apenas poblado de vegetación que es único en Europa y que Bisbal mostró a todo el mundo en su videoclip Bulería. Pocos parajes estimulan la imaginación como éste que Sergio Leone y otros directores de cine convirtieron, por su parecido con el duro desierto que recorre la frontera entre Estados Unidos y México, en el paraíso del spaghetti-western. Un importante reclamo turístico en el que se rodaron películas míticas como La muerte tenía un precio, El bueno, el feo y el malo o Por un puñado de dólares, protagonizadas por Clint Eastwood.

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A 30 kilómetros queda Almería, la ciudad volcada al mar que le vio nacer, la que lleva en su corazón. La más africana de todas las ciudades andaluzas y la que fue en tiempos nazaríes uno de los más importantes puertos de Mediterráneo tiene como emblema su alcazaba, la mayor fortaleza musulmana de España a cuyos pies descansa y a la que el cantante almeriense canta: Mitad de mora y cristiana/ tienes la sangre cruzá/ de una tierra lejana/ que se refleja en el mar/ la alcazaba centinela/ siempre guarda tu hermosura/ y la torre de la Vela/ y la torre de la Vela.

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Más allá de la catedral, de la porticada plaza Vieja, del paseo de Almería o del parque que lleva su nombre, la capital andaluza tiene en el Cable Inglés otro de sus hitos, que también Bisbal ha hecho suyo en su disco Sin mirar atrás. La peculiar estructura metálica de este antiguo cargadero de mineral, en la tradición a la que Eiffel dio fuerza, se adentra en el mar y hoy está en proyecto su restauración para alojar en su interior un centro de exposiciones, un restaurante y un complejo de ocio, además de un mirador sobre la capital, cuyo nombre el mejor embajador –David Bisbal- pregona a los cuatro vientos.

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