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Entrevista: Pablo Rivero charla con Hola.com sobre su aventura en Tetuán

El protagonista de Neckan, el ambicioso thriller histórico que se acaba de estrenar en los cines españoles, nos habla de la ciudad marroquí en la que está ambientada la película, del lugar que más le sorprendió durante el rodaje y además nos descubre su lado más viajero.

by ESPERANZA MORENO

Tetuán, 1956. En esta ciudad y en los últimos momentos del Protectorado español, está ambientada la última cinta del director Gonzalo Tapia. Pablo Rivero es Santiago, un joven abogado procedente de una familia rica y distinguida del régimen que llegará al norte de Marruecos con el fin de localizar a una familia. Pronto su investigación le llevará a darse cuenta de que su objetivo guarda relación con su pasado y sus orígenes.

Pablo, ¿cómo es el personaje al que das vida en Neckan?
Santiago es un joven privilegiado, su padre era un gerifalte de la época franquista y él, por su educación, un tipo muy perfeccionista y metódico, muy seguro de sí mismo. No fuma, no bebe, hace gimnasia. En la película está muy bien retratado. Fue difícil prepararse físicamente para el papel porque tuve que meterme mucha caña para lograr esa musculatura y además contar con un entrenador personal.

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¿Cómo fue adentrarte en esa época?
El director y yo hablamos mucho de cómo era la vida en ese momento, pero también de la burbuja en la que se podía vivir, como en el caso de Santiago, que lo tenía todo. Cuando participo en una película, lo que intento es buscar todas las claves y fijarme mucho en el guion, si está bien escrito esas pinceladas culturales o el comportamiento de los personajes siempre está bien resuelto. También investigo y leo sobre los temas que se tocan, como, en este caso, la educación, la masonería… Ha sido muy interesante, porque todos ellos se tratan desde un género de misterio como es el thriller.

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¿Cómo fue el rodaje?
Una de las anécdotas de Neckan es que parece que toda la película se rodó en Tetuán y no fue así, porque cuando fueron a localizar a Marruecos se dieron cuenta de que esta ciudad era mucho más moderna de lo que esperaban, así que gracias al equipo de producción y de arte de la película, que es maravilloso, se consiguieron en pueblos cercanos a Valencia esquinas, calles y otros rincones más acertados para retratar esa época. Aún así, estuvimos seis días rodando en Tetuán. Muchos de los lugares en los que grabamos eran los mismos que aparecían en la serie de El tiempo entre costuras, también ambientada en la época del Protectorado.

¿Qué sensaciones tienes de Tetuán?
Yo había estado en Marrakech y en Tánger, pero no en Tetuán, y ves que es una ciudad distinta a las otras. Cuando estás allí te das cuenta de que tenemos un pasado común, son más parecidos a nosotros. La gente es muy cariñosa, cuando rodábamos por las calles más estrechas nos sacaban comida, ¡nos veía ahí tantas horas trabajando! Fue intensivo porque había que aprovechar los exteriores. Para mí también fue un descubrimiento la repostería, que, como la francesa, me resultó exquisita. La verdad es fue todo muy agradable, el equipo era encantador, nos llevábamos todos muy bien y como rodamos en septiembre hacía buen tiempo. Todo acompañó.

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¿De qué lugar guardas el mejor recuerdo?
De Chaouen, un pueblo súper bonito en las faldas de la cordillera del Rif, con sus casas pintadas de blanco y azul. Recuerdo que hacía mucho calor ese día y el blanco deslumbraba tanto que yo no podía ni abrir los ojos en la secuencia. Me encantaron sus calles medievales, la artesanía, ver cómo vive la gente...

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¿Te sueles enganchas a los lugares de rodaje?
Es un poco el pack, yo creo que a los actores nos gusta vivir otras vidas para escapar un poco de la tuya. Para mí es un plus rodar fuera. En otra ciudad, en otro contexto lo disfrutas más. Grabar en tu ciudad es complicado porque no dejas de seguir con tu vida, con tus compromisos. Viajar siempre te permite conocer sitios que a lo mejor no tenías oportunidad y muchos de ellos te sorprenden gratamente.

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¿Eres muy viajero?
Normalmente durante los rodajes no hay mucho tiempo para visitar, pero sí, me gusta viajar. Cuando puedo, claro. En esta profesión lo bueno que tienes es que a lo mejor trabajas del tirón unos meses y luego estás tiempo parado, entonces aprovecho para moverme.

¿Dónde te gusta escaparte?
En España, por muchos sitios. Me encanta Levante porque allí he veraneado toda la vida con mis padres: Denia, Valencia, Alicante, Jávea... También por trabajo he viajado mucho a Málaga. Me gustan Punta Umbría, Almería, Agua Amarga... Al norte he ido menos, aunque Bilbao y San Sebastián me encantan, Candás, en Asturias...

¿Más de campo o de ciudad?
De más joven, ciudad. París, Nueva York... Disfrutaba callejeando y entrando en tiendas de segunda mano y de antigüedades, perdiéndome por los mercadillos en busca de cosas raras, cinetecas… Luego con la edad prefiero irme a un sitio tranquilo a leer, darme un paseo por el campo. Ya no me apetece comprar, pero sí tomarme un zumo rico.

Tu último gran viaje ha sido a…
A Estados Unidos: Los Ángeles, San Francisco, Arizona… El Cañón del Colorado, La Herradura, el Cañón del Antílope... son algo alucinante, increíble, no te lo puedes imaginar. Lo que más me llamó la atención fue la inconsciencia de la gente para acercarse hasta el borde del cañón, yo de lejos ¡ya estaba mareado!

Y el próximo a…
Menorca, en breve.

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