Los jardines flotantes de Hortillonnages o la Venecia verde de Amiens 

Antiguamente, eran solo huertas. Aquí se cultivaban puerros, coles y zanahorias para los habitantes de Amiens. Hoy en día, este laberinto de agua es un oasis para navegar entre pintorescas islitas llenas de flores y nenúfares. En esta ciudad la naturaleza está muy presente. 

Por hola.com

A orillas del río Somme, a esta pequeña ciudad del norte de Francia se viene a conocer su catedral gótica, una de las más impresionantes del país, pero también a seguir el rastro de Julio Verne visitando los lugares que le inspiraron, como la casa en la que decidió pasar 20 años de su vida, y que ha sido convertida en museo. Tendrá que quedar tiempo para descubrir el colorido barrio Saint-Leu, repleto de cafés y restaurantes con terrazas asomados al río y ver las colecciones del histórico Museo de Picardía, la región de la que Amiens es capital. Yendo de un lugar a otro se ve que Amiens tiene una relación especial con la naturaleza, que fluye a través de sus canales, escoltados a un lado y a otro por cientos de pequeñas islas que son jardines flotantes. Con razón la llaman la Venecia verde. 

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Los jardines de los Hortillonnages se extienden por un espacio de 300 hectáreas de antiguos pantanos y desde la Edad Media están dedicados al cultivo hortícola. Dice la leyenda que la propia catedral de Amiens se levantó sobre uno de estos campos de alcachofas, que los agricultores donaron en el siglo XIII.  

EN BARCA POR LOS CANALES 

Para disfrutar de los jardines históricos hay que coger una de las barcas eléctricas pilotadas por un barquero que navegan, entre abril y octubre, por los 65 kilómetros de canales de la ciudad, entre islitas rebosantes de flores que no pueden ser más pintorescas, puentes que las enlazan y reflejan esa íntima relación entre el hombre y la naturaleza.  

Los sábados por la mañana, en el viejo distrito de Saint Leu, a los pies de la catedral, tiene lugar un mercado donde, desde hace siglos, los productores agrícolas de los Hortillonnages o de la zona del Somme acuden a vender los productos locales. Aquí encontraremos desde hierbas silvestres a frutas y verduras, queso, miel, flores o cerveza. 

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De estas citas semanales la más especial es la que tiene lugar el tercer sábado de junio, cuando los hortícolas llegan al mercado navegando en las tradicionales barcazas de suelo plano ataviados con sus trajes medievales, igual que se hacía en aquel tiempo. 

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De junio a octubre, los Hortillonnages también invitan a disfrutar del arte al aire libre. Durante estos meses, con motivo del Festival de Arte y Jardines, medio centenar de obras se exponen en las islas e incluso en el agua y se pueden admirar haciendo un tour con audioguía. En todas las islas hay amarres para dejar la barca y luego pasear a nuestro aire. 

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La experiencia de la navegación en este oasis acuático resultará más completa si se elige también este entorno para alojarse en una de las cabañas a orillas de estas tranquilas aguas en las que flotan nenúfares, como Au-delà des Saules, Gîte Ch’Canard (audeladessaules-maisonsdhotes.com/gite-ch-canard). Un romántico chalet en medio de un jardín con el barco y las bicicletas a la puerta y la catedral y las callejuelas del casco histórico a un paso. Para pasar un fin de semana atípico en modo slow life y detox digital... 

También se puede disfrutar de una comida con vistas tan relajantes al río Somme como las del restaurante Au Fil de l’Eau (au-fil-de-leau-restaurant-amiens.eatbu.com), situado sobre una terraza mientras se degusta un menú típicamente francés, a base de productos frescos. 

OTRAS JOYAS DE AMIENS

En algún momento habrá que salir de este paraíso acuático para visitar la casa de Julio Verne, que está a 20 minutos caminando del centro, pues es una de las atracciones de Amiens. En ella se exponen objetos personales y bocetos del escritor de La vuelta al mundo en 80 días.  

Y, por supuesto, reservar tiempo para visitar la catedral de Notre Dame, la verdadera joya arquitectónica de Amiens. De día descubriremos los tesoros de la iglesia gótica más grande de Francia, que se levantó hace 8 siglos y mide 145 metros de largo. De noche, el espectáculo lumínico que se proyecta sobre la fachada de esta obra Patrimonio de la Humanidad, una experiencia visual de luz y sonido que durante 50 minutos la llena de color y vida en los meses de verano.