No siempre comemos porque tenemos hambre. Muchas veces lo hacemos porque sentimos ansiedad. De hecho, la mala gestión de las emociones es una de las causas de obesidad. Así lo afirma el Dr. Ricard Sorio, Responsable de la Unidad de Obesidad de Clínica Opción Médica, “las emociones se canalizan hacia la conducta alimentaria en forma de sobreingestas, episodios de atracón o conductas de picoteo, porque generan unos estados de placer inmediato para compensar las ansiedades y emociones del día”.
Este especialista advierte, además, advierte que “el hambre emocional nos puede llevar a trastornos de la conducta alimentaria, desde la anorexia y la bulimia hasta el trastorno de atracones o el síndrome de ingesta nocturno, más observados en obesidad”. Por este motivo, detectar a tiempo la alimentación emocional es imprescindible para aprender a educar al cerebro a tener hambre solo en aquellos momentos del día que verdaderamente toca comer.
La relación entre las emociones y la conducta alimentaria
"Existe una estrecha relación entre las emociones y la conducta alimentaria. La principal clave que identifica esa relación de causa-efecto es cuando se pone en marcha la ingesta por hambre emocional. Son situaciones en las cuales las personas no presentan una verdadera necesidad fisiológica de hambre, sino más como una manera de compensar ese estado emocional vivido o percibido. Se busca un placer inmediato por ciertos alimentos como una manera de compensar el sufrimiento experimentado. Por otra parte, se busca la recompensa ante un estado emocional positivo, como puede ser la euforia que iría más asociada al premio y no tanto al castigo. Por lo tanto, la ingesta no debe de ser el antídoto de la ansiedad, sino la conducta de supervivencia con la comida, pero nunca como una compensación", indica.
El experto también recuerda que estas conductas desadaptadas pueden llevarse a cabo de forma muy descontrolada como es en el caso de los episodios de atracón, las sobre ingestas, las continuas conductas de picoteo... Defendemos entonces un orden y una disciplina alimentaria correcta repartida y ordenada para poder afrontar mejor los estados emocionales sin recurrir a esas ingestas de descontrol.
Consejos para evitarlo
Comer bien y de forma ordenada es el mejor consejo para evitar el hambre emocional. Por ello, el Dr. Sorio nos da algunos consejos que pueden servirnos de utilidad.
- Reparte tus ingestas a lo largo del día (comer más veces pero menos cantidad)
- No tengas alimentos prohibidos, pero sí contrólalos.
- Busca solución a tus problemas para no tener que recurrir a la comida como una forma alternativa a tu frustración.
- Practica Mindfulness que te ayude a identificar las verdaderas señales de hambre y no te dejes engañar por falsas percepciones.
- Márcate un buen patrón de sueño para que sea reparador dado que es una de las "gasolinas" para nuestro buen funcionamiento diurno.
Pero además, los psicólogos también comparten sus recomendaciones para que gestionar este tipo de hambre sea más fácil y evitemos comer sin control.
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